18 oct 2010

Lapsus



Pues el tiempo no es lo relativo...


–Me desperté en la mañana a eso de las ocho, Angélica aun dormía-.

Eso escribe W en su computadora, intentando así olvidar lo ocurrido con T, pues esta tarde han peleado por chat, más bien fue él que dijo una que otra estupidez de más, unas cuantas variadas, sobre su dolor en contraposición con el de ella, mucho más relevante. Desatando la tristeza en los ojos de T, y al estremecerle todo el cuerpo fue presa de las lagrimas. Bueno en realidad pudo contener el llanto.

Eso cree W, de lo acontecido en la situación, desde su perspectiva. Él no puede desdoblarse, ni mucho menos teletransportarse en el espacio-tiempo, por lo menos no todavía. Y como lo sabe muy bien prefiere escribir.

–Sin tener ningún recuerdo de la noche absurda que pasamos, la veo dormir, no me acuerdo de nada, solo recuerdo haber fumado mucho y sé que ella no dejo de fumar en toda la noche, lo sé porque la conozco. Angélica es capaz de fumarse hasta las telarañas que están en el techo (como dicen algunos que los presos las fuman en las cárceles) por no tener más nada digno que meterse para olvidar-.

En fin, así es W, le encanta olvidar, una forma mejor de decirlo es que le fascina procrastinar. Es experto en las mejores maneras de olvidarse a priori y posteriori de las responsabilidades. Y T lo sabe sobremanera, es lo que más le frustra de él. Pues de ahí se desprenden los temores más profundos del subconsciente semidesierto, allí moran las dudas de W y también su negación de la muerte. Inconsciente y al tiempo consciente completamente de ello.*

–Ah qué hijueputa tufo, también tomamos vino, esa mierda siempre me deja maltrecho, sin memoria, completamente enlagunado. Qué guayabo tan perro. Ella se ve como si nada, definitivamente parece un ángel, que si de verdad existen, serian como ella… Ay Angélica, si supieras cuanto te amo, no te lo puedes ni imaginar, eres muy pequeña para darte cuenta. No puedes ponerte en mis zapatos niñita de dieciocho, con esos ojos ingenuos del verdemar azules, esa sonrisa y esa piel de princesa-.

Por otra parte T se angustia demasiado, preocupada por los problemas de su familia en aquella Europa fría y adormecida –son sus propias palabras-. Llena de miedos inexplicables para cualquiera, mezclados ahora con la ausencia y la lejanía, sin poder compartirlo al igual que antes con W. Con su padre como está por los problemas con su hermano. Enfermo por la triste realidad. Desesperando cada día más al desconocer el porvenir de sus hijos; un futuro que pinta negro en un país maltratado por una guerra absurda, propiciada y patrocinada por las súper potencias globalizadas. Todas esas cosas absorbidas y sabidas por T de una manera muy personal, al vivirlas en carne propia, en su patria ya inexistente. Lo mismo también en Latinoamérica, esas maneras mucho más crudas e irracionales –vale, no es lo mismo, ¿pero de qué hablamos sino?-. En el país que le cambio para siempre la vida. En esa ciudad de la furia donde conoció a W, de quien se enamoro perdidamente. ¿Quién más aparte de ella habría podido hacerlo de esa forma?

Un tipo como W, que en sus muy peculiares recursos –torpes, pero eficaces- la han hecho amar también esta extraña lengua. En esas palabras que T lee a diario en sus libros de Cortázar –y en otros que ha llevado consigo-. En los pocos e-mails de W, en esos ratitos del chat con él y en todas aquellas intimas narraciones en las cuales cuentan juntos su historia.



*: Posiblemente alude a La Negación De La Muerte de Ernest Becker
Foto: airbourne apparatus - talkoftrouble

7 oct 2010

Dedicados a cuatro cabezas y cuatro corazones brillantes; los segundos que tardan en la memoria más compacta cada cierto lapsus;


“Hijos míos no juzguéis al arte posmoderno,
pues este chavales, es su momento”
Jomer Simpson

“El tiempo es relativo”
Alberto Ahí-están


De repente estamos ahí reunidos, en el bar. En el mismo antro de siempre. Y todos somos extranjeros aunque hablemos la misma lengua. La mexicana no está detrás de la barra, como suponíamos que estaría hoy. El colombiano costeño de siempre, ese si está. Las frías de este lugar son las mejores que se han probado hasta ahora en esta ciudad, para muchos de nosotros, las cervezas quiero decir. Y hablamos mucho, sobre lo mismo, mientras, observo el rostro perfecto de J gesticular, las palabras brotar de su boca diciendo no sé qué, sobre nada, algo. Y sobrenadar así, por ejemplo como: venga tronco, es un mogollón de vainas. Tratando de imitarme y no tanto pues también le es natural, vaya que tipazo el One Rasta Man. Y dentro de todo, todo eso adentro de la cabeza de E a su muy peculiar/singular manera de ser/sentir y pensar, sentipensar. Aquellas rastas que adornan sus maneras, tan bella, parecida a mi hermana entretejiéndose en su bellaza. Pero sus puestos sin preferidos, por su puesto ese cariño particular sentido por cada uno, gente bella, embellecida de exaltación. Pero T, já que personaje encantador, él no es extranjero y si lo es. Unos grados más conciente de sí que la mayoría de nosotros. Sin ningún piropo lo diré, pues que me castigue Dios si no es así. C es causante de la mayor parte de mis perturbaciones, subcutáneas y ni hablar de los feromonales complejos, sólo creados por mi imaginario interior más profundo, es decir, hablar de un subconsciente en esta vaina sobra. Más tarde lo explicare, te lo prometo T. De ultimo yo, que en este caso me tildare o le llamare W, y más nada que decir (hay que aclarar, en este ensueño no hay gringos, ni nadas que se les parezcan).

La superficie desmedida de lo que es soñar despierto, estando profundamente despierto. Todo eso desmenuzado al cubo de las vainas imaginadas adentro de un bar como ese. Amando la hermandad y anhelando el resultar de esta sabiduría, resultado. Ese anagrama del caos en este lugar resuelto a medias en mi microcosmos imaginario. Aun así no es obra mía lo que acontece en nuestros recuerdos cargados de relatividad y sustantivos sostenidos al sostenimiento sostenible de los hechos, del sustraer la magia de los desasosiegos al tratar de conllevar nuestra realidad. Cuanta mamadera de gallo, de tanto sudarnos las pollas, de todas estas mondades en las cuales construyo un no-relato para ustedes, caras de mondá. Los quiero, pues no hay propósito sin su bella causa y viceversa, siempre copada, siempre y solo siempre que sea para bien.

Y olé, ché, ohlala, perdóname C. Nojoda…




Foto: of lions and wolves - talkoftrouble

23 jul 2010

Una razón relativa




Llegar temprano es preferible en estos casos, dejarse caer primero siempre, en otros menos urgentes, más no tanto pero en este fue mejor así, dejar que las diferentes maneras llegaran tempranas al momento.

Quiero decir pues que, nacer nunca es fácil, mucho menos ser Luis Felipe en la mente de tus padres, para de sopetón ser bautizado como Luis Carlos y ahí va en el registro civil Barón Ríos, y no mucho tiempo después al haber nacido mi hermana y ella habiendo tenido algo de uso del sentido en sus muy tempranas más no torpes, si rotundas –más tampoco inconexas- palabras, ser a todas estas Wittadlo.

En cada caso de causalidad, nadie tiene la culpa. Ni mucho menos una responsabilidad. Cabe si, decir que todos los que han estado de un modo u otro a mi alrededor son participes, actores voluntarios y no, de esta obra. Llámese la vida. Algo que si tenemos en común todos los asistentes –la verdad duele- es que todos odiamos o en cierto grado envidiamos la subjetividad del otro, de un yo que no somos, que ciertamente sentimos y viceversa –olvidamos aquello infinito-. Laberíntico y siempre al asecho el consciente es quien pide las respuestas equivocadas, de una razón relativa, vagabundos, así vamos.

Tejiendo la materia en sus alrededores, haciéndome las cosas más fáciles –por supuesto, esto nos pasa a casi todos, digo, lo de poder verlo- la maquinaria del tiempo forja mi ente en células que son los ladrillos del cuerpo, y dibuja unas facciones más o menos ahí, suficientes. De universal forma, latiendo mi corazón como pulsar de un cosmos muy propio y de un caos no tan ajeno. Cabe también situar a las ciento sesenta y ocho veces que he visto a Dios adentro de estas categorías del ser y la nada. La materia prima de una capacidad innata para dar y recibir. Rellenando todo espacio vacío con esta verdadera ilusión, claro está, todo esto traído de los pelos obviamente.




Imagen: Pikachu fish - Berkozturk

15 abr 2010

;mi relación con la palabra



Crepúsculo; que palabra.
Salvo el crepúsculo, Julio.
Salvó, él, Cortázar.
¿Qué palabra en las palabras sin
poder nombrar su nombre diré?
Honorable causa la de su amor por las ideadas formas.
Las formuladas en mí, en todo, ustedes, ustedes nosotros.
Ese señor que no siendo nuestro dios,
tal vez ese ángel de múltiples personas, amigo.
Y mano, hermanolo, hermano lobo…
Pero este último, otro de la familia
Andrés Caicedo,
un eterno héroe de batallas otras,
montones de ritmos.
Kerouac, su novio y los otros.
Por aquí comienzan a desvariar los etcéteras;
declina la balanza de los mundos modernos y post.
[…]
Entramos al cielo gris de campos llovidos a estornudos
y moldeados los hombres, con verdemoco santo de Joyce.
Hay algunos sin nombre, es verdad, pero la eternidad de los instantes
testigo será, inamovible.
La vieja guardia también, de la que no se mucho.
Todos aquellos que dieron su cabeza y corazón:
¡Lowrence Durrell!
¡Reinaldo!
¡Roberto –y hasta Gomez- Bolaño[s]!
Mis compadres.
Y los que falten,
para mañana.



Pintura: The Great Gods - Kolaboy

23 mar 2010

Plantapop 0




La hierba es alta
con una rutina de tambores
los pasos
mis grises se extienden son líneas
desde los rostros
lejos o cerca la perspectiva me invade
los horizontes pequeños
con lo demás que es obvio
entro con el movimiento del paisaje
un poco borroso
en el silencioso color
sopla viento.



Imagen: Plantapop 0 - Wittadlo Barón Ríos

Para leer en forma admirativa y conversacional



Me pregunto cuanto más me perseguirás,
preguntaras las mismas preguntas, los mismos acertijos.
¿Será posible encontrar una manera, con el tiempo y la calma necesaria?
Hasta este momento he representado bien el papel, como payaso, de malos tratos,
aquel silencioso temor a la muerte representando en mí como parte del espectáculo;
esa devoción incestuosa que no podré olvidar de mi empirismo sexual,
aquella niñez más allá de precoz, absurda.
¿Cabe decir algo?
¿Algo que decirme podrá caber, llenara los espacios vacíos?
Deberían existir interruptores para nuestras conciencias, el control no remoto de los
sinsentidos, y te podría jurar que seriamos capaces de apagar las ganas
de saltar al vacío, de llorar siempre,
el maldito problema este de pensar-sentir demasiado sin pausa.
Quiero poner el ruido en un lugar exacto, colocarlo ahí, darle su otra forma humana
y hacer de ello mi obra.
Creo que la música nace en un lugar en el que tú y yo no podemos existir por separado,
así es y si por alguna razón me equivoco, escucha.
[…]
¿Me escuchas?



Foto: Espejos - Wittadlo

3 mar 2010

Nostalgia viajera



La de los pasos lentos
en aquella calle que olvidamos olvidar,
en la casa de la abuela
el olor a viejo es la caricia del pasado;
necesaria riqueza la del perdón que nos insiste,
solo un deseo roto y arañado escrito invisible en la pared.
Tus ojos tristes papá.



Foto: Rough Sea - Nuri Bilge Ceylan

Algunos problemas



La motivación necesaria para escribir no se presenta en este momento.
Perdón, de verdad, lo siento.
Aunque el ventilador que no es de marca Sanyo como me gustaría –abanico, de
donde vengo, lo llamamos equivocadamente así por razones culturales, de hecho prefiero el "error” ya que casi todo lo demás esta equivocado de aquí a la luna–.
El abanico que no es Sanyo gira entregando su frescor innecesario, se estaría bien sin él.

Afuera llueve tranquilamente.

Esa será la única anotación proveniente de una naturaleza olvidada
y tristemente dejándola de lado prosigo hacia la nada,
con todo lo que me acompaña de este mundo tan humano y baladí.

Los cables de cada aparato puesto a mí alrededor con algún uso en desuso
representando la longevidad de la existencia pura,
del interruptor al toma corrientes la energética flama de la cual se alimentan los vástagos objetos, dándole sentido al cosmos.

En el caso de algunos más avanzados espiritualmente como las computadoras
o celulares de hoy, sus almas clamando por el preciado fluido, cediendo al placer,
electrocutante para nosotros los de la carne y la fetidez.
Eso si están conectados y si no también es posible,
en cuanto a las baterías igualmente necesarias en cada caso físico, es igual.
Si son simples bellezas mecánicas como un reloj no siempre.

Y en el caso metafísico de una hoja de texto del programa preferido,
en donde un poema qué escribir o una carta insulsa al sindicato de recicladores,
para que recojan bien los desechos inorgánicos
y no dejen los orgánicos tirados en la calle que dejan siempre…

Nuestras miserias mezclándose entre si dan vida a estos encuentros del tercer mundo,
únicos e irremplazables.
Disculpen, ¿tenemos sindicato de recicladores, verdad?



Imagen: [imp pnt] - Wittadlo

Esparadrapo



Senderos abiertos del hambre, anhelados sueños y dispuestos gritos.
El Susurro perdido entre sabanas tildado de sueño.
Así como clásicas escenas suburbanas llevadas al monte por la narración absurda de mis razones –no hay tal cosa creíble–, tal vez la imaginación lleve al matorral lo que los monstruos reclamen.
El viento hará lo suyo en la secuencia de ruidos alejando toda posible calma de aquí a la intemperie, donde los ecos nunca vuelven y las alarmas son nocturnos destellos en la ventana.
La lluvia caerá, es muy probable.
Todo se asienta en la tenue fábrica de los ojos de mi cinemascope personal.
Se aclara el sabor de las palabras que van brotando, su olor de canto en tú piel.
Y siento como me devoran las ganas.



Cómic: Frío Ecuador - Enki Bilal